9 ago 2022

Micro-confesión suicida.

 Lo peor de pensar en matarme es preocuparme por el gasto del ataúd, el nicho, la lápida. Ni siquiera puedo pensar que al morirme dejaré a todos en paz. No quiero ocasionar más problemas.

Encontraré la forma en que no sea necesario que me entierren o incineren, así quizá pueda irme sin preocuparme por eso. Me molesta no poder planear mi muerte de manera tranquila, no tengo nada más que hacer aquí pero tampoco puedo retirarme. Hasta morirse cuesta.

Inmersión

 Pareció que muchas cosas en mí no cambiaron, pero la verdad es que me sumergí tanto en mí misma que empecé a brillar para luego sumergirme nuevamente y extinguirme, las pequeñas acciones de otros ejercen la fuerza de un ciclón sobre nosotros y nos arrastran lejos de lo que fuimos alguna vez, es inevitable, todo cae a modo de dominó. No sé exactamente dónde estoy, absolutamente todo es agua, estoy flotando a la deriva, no hay sol, hace frío pero no suficiente como para tiritar. Me encuentro  dentro de una capsula tan grande que podría llenar dos galaxias apunto de colisionar, ¿hay paz?, no hay amor, no hay alegría, tampoco tristeza o desesperanza; hay un vacío inmenso y el cielo no existe, solo una inmensa bóveda color azul marino, no brillan las estrellas porque reventaron como burbujas, las vi explotar mientras estaba debajo del agua. No hay emoción alguna, estoy suspendida dentro de un inmenso mar pero no tengo miedo porque solo estoy yo, nadie puede sacarme de aquí, porque cree esta cápsula a base de lágrimas secas que se solidificaron hasta hacerse invisibles, nadie puede verla; pasan al lado de ella sin siquiera percatarse; estoy esperando a que el aire se acabe, no deseo salir de aquí, no deseo que estalle antes de haberme ahogado; no sé si es resignación o simplemente el agua disolvió todos los sentimientos que en algún momento tuve, no sé si son ganas de morir o es que nunca había tenido tanta tranquilidad en mi vida, solo deseo seguir sumergida, salir a la superficie a observar el vacío azul sobre mí, existir por inercia, flotar a la deriva, no hay nada más por hacer en este inmenso espacio. No quiero vivir pero tampoco soy capaz de morir, es una ironía cíclica reproduciéndose en mi cabeza. En este lugar no existen los sueños, la esperanza es una leyenda, un rumor lejano; pero quiero quedarme aquí, nunca me había sentido más a salvo. Solo esperaré a que se acabe el aire que aspiré con fuerza antes de hundirme, tendré menos energía para seguir saliendo a dar bocanadas; cuando todo sea dióxido de carbono podré ver todo apagarse ante de mis ojos. No soportaría volver al mundo exterior, no lo han notado y no echarán de menos mi presencia cuando me haya ido, ellos estarán bien, esta vez no tengo ninguna duda y me da una sensación peculiar de calma aletargada. No sé si estoy soñando o desfalleciendo pero no hay vuelta atrás, este lugar atemporal me llevará a descansar para siempre.