“Presiento el fin
Y ¿qué será de mí?
lo mucho que aprendí
no me salvará
Jugué y perdí
lo poco que viví
mis sueños que eran
mil
ya no volverán…”
He estado
asfixiándome, valga decir que literalmente he estado pasando por esa agobiante
sensación de ahogo. Sumado a eso, el ajetreo del día a día, el estrés y las
ganas renovadas de largarme un buen rato de la ciudad, acrecientan mis
ansias suicidas de aventarme de algún acantilado en cualquier momento, pero aún
me gusta la vida lo suficiente como para atreverme a hacerlo. Me gustan sus
altibajos y mis emociones por de más intensas.
Tengo un vago deseo de ir al mar y quedarme
contemplándolo, por supuesto eso no pasará, ya que el tiempo en que uno se
queda contemplando lo que sea que le venga en gana mirar con embelesamiento es
considerado también tiempo perdido (por esto algunos consideran, estúpidamente,
el arte una pérdida de tiempo)... No entiendo cuál es la prisa. Me voy a morir, todos nos vamos a morir...No creo
que correr a contrarreloj ayude a evitar esto o siquiera a retrasarlo.
Ni uno ni otro, no es bueno correr ni es bueno
quedarse parado en un pie... Quizá en este sentido acepto el "término
medio". Aunque siempre he preferido ir sumamente lento. No viviré para
siempre y lo más probable es que no lo haga más de una vez.
Hace unos días iba en
el bus y me puse a pensar en mi muerte, hay tanto que aún no he concluido si
muriera ahora mismo... desde tareas simples hasta grandes metas. Quiero vivir
porque siento que aún tengo motivos, sin embargo a veces estoy tan triste… veo
todo tan lejano, tan improbable; siento que estoy yendo muy lento y vuelvo a
correr y trato de ser feliz, al mismo tiempo (como si esto en alguna ocasión
diera resultado); entonces tropiezo y la melancolía me invade, me pongo de
pie y me quedo donde estaba, mirando hacia atrás. La alegría y la melancolía
son lo mío, a veces se mezclan y de algún modo se siente bien aunque duelen
porque ya no son algo ajeno; solo soy yo tratando de existir sin sufrir
tanto.
La muerte no es fea,
es parte de la vida (más bien, el final de ella o su ausencia), estar cerca de
ella me recuerda lo frágil que soy y lo frágil que son los lazos con las
personas a las que más amo; recuerdo mi insignificancia y me parece irónico
haber tenido, en alguna ocasión, aires de grandeza.
Para los últimos estertores de mi vida solo pido siquiera haber
hecho tan felices como a mí (en determinado momento) a muchas personas.
A propósito; recuerdo aquel mismo día, en el bus, cuando este
frenó bruscamente y yo caí; suelo ser algo débil, así que no pude sujetarme
bien y mi rostro se lastimó sin que me percatara. Llegué a casa con la certeza
de que estaba sangrando y al mirar el espejo me di cuenta de que sí,
evidentemente tenía un pequeño corte en el rostro y sangraba. Sangraba y estaba
demasiado triste como para haber podido sujetarme de alguna barandilla en aquel
bus… estoy segura de que algo más dentro de mí se estaba desangrando.