se dicen adiós fríamente
ocupan espacios distantes
a su suerte independiente
existen ya los amantes
cuyo amor extenuado
duerme ahora al arrullo fatal
de arpegios y sonatas
para jamás nunca volver a contemplar
el refulgir primero del bostezo solar
Como si no hubiera sujetado dos vidas
su existencia se sume a nada
a céfiro nostálgico, mortal
a despedida en un puerto sin mar
a eternidad en la memoria
congoja constante
herida que escoce sin cicatrizar
el amor, a veces,
como espuma se deshace.
El amor yace. Descansa en paz.