A los
treinta dicen que uno se ve más joven, que uno es más vigoroso, inclusive que uno está
más lleno de vida... dicen tanto; tendré que verlo, vivirlo. Y luego ir a buscarlo para decirle "mira, estoy mejor a los treinta", jurarle que
he dejado mi cobardía de lado, que el tiempo ha pasado, que he crecido; quizá
me siga viendo como a una niña, quizá esté casado o quizá solo terminemos
"viendo una película", cuyo contenido no llegaré a conocer hasta
llegar a casa a buscarla para poder ver de qué trataba al final. Los años no
pasan en vano; él estará acercándose a los cuarenta y podré burlarme tranquilamente...
Quien ríe último, ríe mejor... pero mejor si nos reímos juntos, como siempre
uno del otro, empujándonos, odiándonos y “amándonos” de manera extravagante, jovial, intensa, impensada (pero, según él, siempre realista). "¿Qué sabes
tú de amor, imbécil, crees que esto es amar?, ¿crees que te quiero
siquiera?" espetaba en tono acre, él respondía con sorna y su clásico
gesto pseudoseductor "De amar, sé más que tú, niña ilusa; yo sé
que me amas, y yo te amo, pero menos de lo que tú a mí", entonces nos
reíamos como orates - qué ideas cruzarían por las creativas mentes de los
vecinos - "no te amo, no sé qué es eso, al menos no como lo planteas;
apenas si me importas" pensaba mirando hacia otro lado... No ha hecho él
de este año un año enrevesado, en conjunto ha sido un año jodidamente bueno y
exquisitamente desgarrador... ha desgarrado velos de mis ojos, ha desgarrado
partes de mi alma, de mi corazón, de lo que fui antes... todos cambiamos. Se me
va el año y deja secuelas, lecciones, memorias preciosas; pero no me pondré
sentimental (no más), es solo fin de año, mañana las cosas seguirán iguales (o
quizá no); las personas van y vienen, mejor ni intentar aprehenderse firmemente
a nadie.
No hago promesas por fin de año, quemo un par de poemas mal estructurados y busco la oportunidad de ver otra vez a un viejo amigo, quizá para tener un mágico y ameno reencuentro o una tarde extraviada entre cháchara absurda y decepciones. Mejor no esperar nada.
No hago promesas por fin de año, quemo un par de poemas mal estructurados y busco la oportunidad de ver otra vez a un viejo amigo, quizá para tener un mágico y ameno reencuentro o una tarde extraviada entre cháchara absurda y decepciones. Mejor no esperar nada.
Por otro
lado (como punto aparte para pretendientes con ambición de poder o control), no
estoy para soportar los celos de nadie, si no toleran mi gusto por vagar de un
lado a otro, por oscilar entre pláticas y ratos de "enigmáticas
desapariciones", se pueden joder (a duras penas me soporto yo).
Concluyo
el año con algo más de decisión, con planes nuevos, con el marcador de promesas
en cero y una extraña -pero siempre bienvenida- felicidad. Ha sido un buen año,
pero exhalo alivio... "Por fin se acabó". Terminaré el año con un
texto sin sentido, mezclado, aburrido, distinto a los otros, mirando cómo se
embriagan los borrachos del barrio en el que vivo, riéndome de las sandeces que
dicen, oyendo la música de la orquesta tocando marinera desafinada; mirando el
cielo nublado, rogándole a la vida "que no seas tan desgraciada, por
favor, que no te he hecho nada malo; no me quiero enamorar, así que no
restriegues posibilidades absurdas a mi corazón ya casi restaurado, no hagas
reaparecer a personas que no se me perdieron (parafraseando a García Márquez)". Y al igual que los tipos ya embriagados de tanto alcohol (y yo por tanta
pólvora), me retiro, sin risas, sin lágrimas, aún sin aplausos; pero dándome
cuenta de que sin querer hoy he amado la vida un poco más... la muerte ha sido mi
opción más terrible en momentos críticos, desesperados, vehementes... una copa más, como
dicen aún los borrachos semiconscientes (estoy hace un buen rato por terminar
este texto). No me voy, porque la vida me gusta y mucho; pienso en la muerte
cuando siento demasiado dolor, en situaciones que escapan a mi autocontrol. Sin lugar a duda, amo vivir (al menos de eso he logrado convencerme).
Me voy,
por ahora, a cantar un instante... que las estrellas no brillan hoy, pero que qué
bonito está de pronto todo. Qué ridículo se ve mi vecino corriendo con maletas.
No
prometo nada; sin embargo, intentaré tentar al destino, haré lo posible por mejorar; pero no por año
nuevo, sino porque es parte de crecer y si fallo, pues, ¡qué bueno! Así parece
que se aprende.
¡Qué cálida está la noche!
¡Buen año
a todos!