4 feb 2017

Can you hear me?

Escribir me ha ayudado a sobrevivir a cada estocada que me ha dado la vida; ha sido, sin lugar a dudas, un modo de no asfixiarme cada vez que me quedé sin aliento, sin voz... La música, por otro lado, es y será para mí más que un modo de hablar, ya que expresa lo que a veces no podemos decir con simples palabras, frases, párrafos, textos; es quizá un idioma diferente, uno que puede llegar a cada individuo, sin excepción. La música entra y acaricia lo que le viene en gana, la música no tiene raza, arremete contra todo, desgarra, llora, ríe, juega, divierte, exige, vuela, viaja a través del tiempo. La música es libre (o debería serlo, mientras no dejara de ser música).
No ha faltado ocasión en que alguna canción, acompañada o no por una buena letra, ha tocado las fibras más sensibles de mi ser haciéndome conmover hasta las lágrimas... dejándome en un estado anonadado de melancolía profunda o bien de alegría eufórica.
Sin querer, la música ha sido siempre parte de mí. Y es de por sí una de las cosas que más amo de la vida... O es quizá una de las cosas por las que estar viva cada día me parece extraordinario, fascinante. Un motivo más para seguir.
Está de más decir que me gustan diversos instrumentos; pero de ellos mi favorito y el más natural (el que suelo usar a menudo); es, definitivamente, la voz. Luego el piano y demás instrumentos de percusión.
Ahora que me desgañito cantando con el alma, me pregunto, ¿podrás oírme?, ¿podrá llegar hasta lo más recóndito de tu corazón aquello que quiere decirte mi música, mi viejo teclado, el resonar de mi voz?