20 jul 2017

Last letter.


Me estoy cansando de vivir porque ya no vivo, no controlo mi tiempo, no elijo qué hacer ni cómo.
Estoy escribiendo esto como un intento (probablemente fallido) de carta suicida y te hablo a ti porque a esta hora todos están en línea, demasiado desconectados como para oírme. 
Hoy murió Chester Bennington y muchos lo han recordado, se han emocionado con sus canciones y han lamentado tal pérdida, pero eventualmente cada cual ha seguido su rutina (salvo la familia del difunto, quizá)... vaya que nadie es importante; en algún momento llegué a creer ingenuamente que la muerte, al igual que el nacimiento, era un evento relevante; al menos así lo hacían ver las antiguas civilizaciones, al menos eso me hizo creer el dolor de pérdidas cercanas; pero olvidamos una muerte al aleteo de una mariposa, la vida prosigue, el llanto no tendría por qué ser eterno... y es cierto ¡Totalmente!  ¡Pero por ello mismo me veo reducida a un número!, una cifra más dentro de los millones y millones de habitantes sobre esta inmensa roca redonda que gira sin razón aparente al rededor de una de tantas estrellas localizada en uno de tantos espacios dentro de una de tantas galaxias. Sinceramente no termino de comprender cómo el ser humano puede sentirse en alguna ocasión lo más grande, no comprendo cómo yo a veces puedo estar tan feliz sintiéndome humana. Hace un momento me sentí más fútil que nunca, más fugaz, más ligera y más sola. Lo más triste es que no tengo a quien contagiarle este sentir mohíno y apabullante, y no es que necesariamente deba hacerlo, pero al menos me permitiría sentirme menos abandonada al azar, menos solitaria; para tragedia mía aquellas dos personas con quienes tranquilamente podría platicar de esto están una lejos (tú) de manera indeterminada (hasta siempre) y la otra se encuentra demasiado deprimida como para cargarla más.
Sin lugar a dudas, pegarme un tiro en la cabeza no es la salida, pero, ¿crees tú que caer a la pista accidentalmente un día de lluvia lo sea?; siempre te dije que quería morir sin dolor, sin embargo a veces no tolero sofocarme entre todo esto; lo digo de manera literal, mi estimado, porque siento cómo se anuda algo en mi garganta y cómo manos invisibles presionan con todo su ímpetu mi pecho; siento el crujir de mis huesos a los golpes del aire frígido y siento al grito ahogarse dentro de mí mientras hago mi máximo esfuerzo por seguir respirando; después todo esto se multiplica por dos, por tres, por cuatro, por cinco, por seis; hasta que todo se vuelve oscuridad... Claro que no siempre, pero el dolor es tan real que estoy segura de que no lo resistirías. Padecer de esto es sentir que el corazón se te quiebra en mil pedazos una y otra vez, a veces a diario. Sucede en ocasiones en que todo parece estar bien y soy feliz... aguarda de pronto, al final del pasillo,  mi verdugo con un bate en la mano, listo para pegar. En ocasiones son útiles los abrazos, a veces las palabras de aliento; en ocasiones sirve reírme mucho, bajo otras circunstancias dejar todo de lado; a veces sirven los besos, a veces parece servir el amor que bien conocemos los mortales; en última instancia, las pastillas...  Pero hay ocasiones en que nada funciona y vendría bien tu presencia para observarme desvanecer o bien para gritar conmigo cuando el dolor se torne insoportable...
Es en estas ocasiones que no importa nada porque nada puedo hacer, de cualquier modo es para mí algo inexpresable y para los demás algo incomprensible ... Como ahora
¡Todo el amor del mundo no basta!,¡me estoy asfixiando!. 

6 jul 2017

Petit cadeau.


Si pudiera darte de la alegría que traigo siquiera un poco, lo haría; es más, te entregaría envuelto en besos y caricias todo mi entusiasmo por soñar y por vivir, entregaría a tus manos agotadas mi vitalidad, te daría mi alegría hasta quedar seca si eso pudiera hacerte siquiera un poco feliz.