10 jun 2018

Amore

Va saltando por ahí, impulsada por los aires de desilusiones ajenas; las toma, las moldea, las hace suyas. Como siempre.
Termina por ilusionarse y cura corazones, con retahílas innecesarias confunde las tristezas. Era dulce, feliz y serena, en algún momento tomó un corazón y lo hizo suyo, por descuido lo rompió y decidió seguir de esa manera, con el corazón descompuesto, brincando de historia a historia; cuando menos se dio cuenta, se había astillado y avanzaba ahora con dificultad, poco a poco todo dentro de ella empezó a ensombrecerse y cuando estuvo apunto de apagarse en ella la última llama de vida, encontró amor, en un corazón desconcertado, revivió de las cenizas y siguió con su trabajo, curó ese corazón y buscó más para ayudar, para revivir, para unir, pero siempre cuidando aquel corazón que le había devuelto un poco el aliento, retornaba cada vez que se quedaba sin amor y sin fuerzas y de esa manera podía seguir caminando. Un día husmeando entre su maletín de memorias, halló pedazos del corazón que la había astillado, tratando de arreglarlo, se cortó las manos, lo dejó a un lado y rompió en llanto... aún estaba rehaciendo su corazón de los restos que había encontrado, aún debía proteger el corazón que la había salvado. Ensombreció nuevamente, su trabajo fue haciéndose cada vez más lento y finalmente dejó de intentarlo. Se dio cuenta que para casos extremos y atados al pasado, solo resistía entregar todas sus fuerzas a reparar un solo corazón desvencijado.