7 jun 2022

Carta a un espíritu de agua.

Escribo esto en un momento de lucidez, estuve recordando la primera vez que terminamos y solo duró un día, fue un alivio verte regresar; saber que seguiríamos poniendo un ladrillo cada uno, que seguiría escuchando tu risa, oyendo tus bromas e historias, sintiendo tus brazos y tus labios, siendo parte de tus sueños y tu andar a diario. Recuerdo escuchar la canción de Harry Styles en diciembre "sign of the time", el fragmento en el que decía "we never learn we been here before" me destruía durante las noches de mediados de diciembre y todo enero. Me culpaba una y otra vez por todo y no dormía hasta las 4 am en ocasiones, aterrada del final que ya habíamos tenido una vez, porque no quería perder nuestras conversaciones, nuestras fotos, nuestros planes, nuestra conexión tan especial. Me preocupaba perderte, me la pasaba pensando durante esas noches en qué podía hacer para que no te fueras o me imaginaba escenarios en los que me ponía mal porque te ibas; no me asustaba perderte porque fueras vital como el aire sino porque amaba la manera en que podía expresar mi amor hacía ti, me asustaba perder a quien solía ser yo contigo, porque amaba demasiado a esa versión ahora inexistente; me asustaba tanto que un día te fueras, que en lugar de mirar hacía adentro me la pasé mirando hacía afuera para ver cómo podría sostener tu mano incluso si te alejabas un poco, aún si eso implicaba hacer un mal movimiento y herirme. Me sentí muy avergonzada, culpable y triste cuando me dijiste "esto realmente te aterra" luego de que te comenté cómo me sentía, quizá porque percibí un tono negativo en el modo en que lo habías dicho, con una chispa de indignación, como si fuera algo terrible y seguro lo era, sin ser explicado de una mejor manera y visto sin nada de empatía, lo fue. Yo era un monstruo con ventosas, adherida a ti, impidiéndote avanzar tranquilo por tu camino. Así que odiaba a ese miedo por existir y al mismo tiempo sentía impotencia por no saber cómo erradicarlo. Ahora lo entiendo mejor.
Quería creer en el amor verdadero y en los parasiempre porque quería convencerte de que éramos eso, porque sentía que todos se iban y alguien debía estar cuando todo se cayera, esa persona debías ser tú - o eso pensaba, porque no había querido escoger a nadie más, porque debíamos estar "destinados" o algo - quería creer en el amor eterno y quería convencerte de ello, porque no quería tener que soportar el dolor de dejarte ir, ya que me gustaba demasiado cómo eras y pensé que podría tranquilamente convivir con eso hasta mi último día. Incluso si alguna actitud tuya me hería. Pero finalmente te fuiste... Y dolió mucho.
A tu ausencia muchas perspectivas cambiaron.
Siempre tuviste la razón, el amor se construye, de eso ahora no tengo dudas, no existen los amores verdaderos o eternos, no existe el amor ideal, no existe la persona correcta, nadie es hogar de nadie y esta vez no lo digo por tener un corazón roto, ahora sé que de veras es así y lo sé precisamente porque te fuiste, porque habías comenzado a irte desde antes, estabas construyendo de una manera distinta a la mía, estabas construyendo a tu ritmo y yo no lo pude comprender y estuve tratando de hacerlo con mis pobres e inútiles herramientas, estuve intentando seguirte el paso, mirando hacía afuera y preguntando una y otra vez si podíamos hablar para que la estructura no se derrumbara, tirando tu mano hasta que ambos nos lastimamos, yo porque esperaba que te comunicaras de una manera asertiva y empática y tú porque no deseabas comunicarte en ese momento, debí comprender eso y retirarme antes, ya que eso realmente me dañaba, sino el silencio, las ansias, la incertidumbre. Tus límites anulaban los míos y viceversa. Por mi bien debí retirarme pero no lo hice, estaba aferrada. Eso no es culpa tuya ni mía. Empezamos a construir un castillo sin una buena base, sin poner los límites sobre la mesa, cerrándonos a emociones, las buenas relaciones requieren conversaciones incómodas y esas conversaciones a veces son diarias, eso es parte de conocerse, después de dos relaciones fallidas sospecho que eso empieza a surgir cerca de los dos años de relación, pero la comunicación debería estar presente siempre. He comprendido a la mala que el amor es una elección y nosotros desde el inicio no estábamos disponibles emocionalmente para poder construir algo de manera sana; yo me la pasaba mirando hacía afuera y preocupada de que algo de lo que dijera pudiera herirte, incomodarte o alejarte y en ese esfuerzo constante, me perdí a mí misma, dejé a analizar qué quería yo, qué me hacía feliz a mí. Te había escogido a ti sin importar lo que eso implicara, hace unas semanas atrás te hubiera dicho que de ser posible volvería a escogerte una y otra vez; pero no tiene sentido escoger a alguien que no me escoge. El punto de estar en una relación es escogerse a uno mismo y escoger a la persona con la que decides estar. Y en ese momento ambos decidimos por la misma persona... tú. No hay nada que perdonar, la disculpa es para mí misma.
Ahora ya sé un poco mejor lo que quiero, conozco un par de límites nuevos, ya no odio a mis propias emociones y he comprendido que amar conlleva una gran responsabilidad, es una decisión importante para la persona que la toma, ya que debe conocer cómo hacer equilibrio entre amarse y amar a alguien más. En el fondo de mí quizá lo sabía o estaba apunto de descubrirlo cuando te conocí, pero me deslumbró tu mirada y el eco de tu risa que a veces aún suena en mi cabeza pero duele cada día un poco menos.
Ya no tengo que saltar murallas para llegar al corazón de nadie y eso me trae paz... No hay granadas cayendo, no se defiende la ofensiva. Ninguna vez tuve la intención de reclamar algo o atacar, pero cuando me di cuenta de que estaba hablando contra muros enormes me desesperé por romperlos y exploté con toda la pólvora que traía encima. Los celos no se me dan bien, pero ahora ya no los veo como enemigos, son una emoción más para desglosar, analizar y trabajar, transitan a través de mí para enseñarme algo; ahora sé que para ti son algo intolerable que se debe evitar a toda costa. Pero todo esto no lo sabía antes, así que solo traté en vano que mis emociones y miedos "desaparecieran" para que todo pudiera seguir su rumbo, sin darme cuenta de que solo era cuestión de tiempo para que el volcán de emociones guardadas hiciera erupción. Este es un extraño caso sobre "matar al enfermo por miedo a que se nos muera".  No fue mi intención en lo absoluto, hice lo que podía con lo que tenía a la mano, lo intenté bastante pero reconstruir los muros caídos era trabajo de dos.
No sé qué será de ti ahora y a veces me veo tentada a averiguar, sin embargo, no lo he hecho por salud mental y para conservar mi estabilidad - Y quizá también por orgullo, me quedó bastante claro que no me querías cerca - Quiero pensar que tienes paz y estás creciendo; no sé si me culpes, si te vaya bien o mal, pero espero que donde sea que hayas ido a dar luego del derrumbe, sea un lugar lleno de luz y  tengas días de paz.
Yo regreso de vez en cuando a mirar los escombros y llorar, me siento en una banca a esperarte, o solía hacerlo, hoy pasé de largo, vi los escombros, sentí dolor y te extrañé pero decidí ya no esperar más.

She's still waiting

Todos los días a la misma hora, espera tu mensaje
Al despertarse, al dormir, en las tardes
Revisa varias veces antes de ir a acostarse
Mira a ambos lados de la acera y a la otra por si te encuentra
Te busca en los buses, en las esquinas,
en cada paradero donde alguna vez la esperaste
Ansia mirar tus ojos nuevamente y conversar contigo, disculparse
Todos los días a la misma hora, se sienta en esa banca
En un parque de Miraflores, a esperarte
Te confunde con desconocidos y se espanta
Te busca en sus caras, en sus risas, en algún escaparate
La he visto llorar al desilusionarse y me ha dado pena
Corrí a auxiliarla pero se ha negado rotundamente a resignarse
Después de tanto tiempo, uno pensaría que se ha levantado
Pero pese a todo aguarda paciente en la misma banca
Así salga el sol o llueva
Aunque no lo creas
Ella aún espera.

-Gato insomne.